HAITI, AÑO UNO

El triunfo de la Muerte (Bruegel 1562)

Algunas noches, ya acostado con un libro entre las manos y una pequeña lámpara portátil para iluminarlo, cuando el silencio es el principal protagonista, pasa un autobús, o el camión de la basura y hace vibrar las frágiles ventanas del año 29 que aún no hemos cambiado. La sensación, a pesar de lo habitual, no deja de desconcertarme y desconcentrarme, noto incluso la vibración de los cimientos y esto me provoca un cierto desasosiego. Ayer mismo me ocurrió a eso de la una de la madrugada y esta mañana no puedo dejar de pensar en lo que sintieron hace un año millones de personas en Haiti, mi imaginación tiene un límite y no soy capaz de intuir lo que le pasa a uno por la cabeza cuando nota que el mundo se hunde a sus pies y la casa donde antaño se sentía protegido se le cae encima.
Creo, que nunca nada vuelve a ser igual y que nuestras certezas y convicciones se transforman en incertidumbres permanentes. También, se me ocurre, que una vez que llegan las anunciadas y temidas réplicas, pensamos que por fin todo a acabado, es momento de localizar a nuestros familiares  y empezar a caminar. ¡Pero no! Esto podría ser un análisis válido para los habitantes de San Francisco en el 93, pero en el caso de Haiti, se cumple la premisa murphyana de que todo es susceptible de empeorar. Después de doce meses, nos encontramos con un país ingobernable donde al cuarto de millón de personas que murió en la catástrofe hay que añadir otras 2.600 (más que en la Torres gemelas) fallecidas a causa de los brotes del "erradicado"cólera. Prácticamente no se ha recuperado nada de los dos millones de viviendas que desaparecieron, el país es una gran favela, un campo de refugiados infinito, un enorme orfanato al aire libre, un sitio en el que durante los cinco primeros meses tras el desastre se produjeron más de 250 violaciones a mujeres y niñas cómo hoy denuncia Amnistía Internacional (se ruega firma), reiterando lo dicho en anteriores posts, la gente mala es mala y punto, sin paliativos.


¿Entonces qué?
¿Hay lugar para la esperanza y el futuro en este caos?
Seamos utópicos y pensemos que sí. España, por ejemplo, que hoy está más lejos que nunca del añorado G-8 se ha convertido sin embargo en el tercer país en aportaciones económicas, si nosotros podemos otros muchos también deberían. Quiero y debo confiar en el despertar de la comunidad internacional, si Irak y Afaganistán se han fulminado un BILLÓN de Dólares (sí, sí, billón de los españoles, de los del millón de millones), esperemos que se pueda cumplir con los 4.000 millones comprometidos en Nueva York hace unos meses. Además, cómo he dicho en otras ocasiones, también hay que mantener la fe en el ser humano, cada cual debe ser responsable de sus actos e iniciativas, algo tan sencillo como lo que ha hecho nuestro admirado Forges durante 365 días al recordarnos Haiti puede ser el gesto que marque la diferencia.

ANMWE PRP POU HAÏTI KOUNYE-A!
AIDE POUR HAÏTI MAINTENANT!
AYUDA PARA HAITI YA!

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