Democracia Directa

Acrópolis
Es humano sentirse sumido en un callejón sin salida vital, una sensación de ratonera que por momentos hace desesperar pensando que esto es lo que hay y debemos asumirlo y asimilarlo sin remedio para tratar de vivir lo más a gusto posible en esta situación. De repente, despertamos, ponemos los pies en el suelo y echando la vista atrás inferimos que en ocasiones anteriores sólo hubo cambios de rumbo que casi siempre condujeron a nuevos senderos que habrían de llevar a lugares tan insospechados cómo gratos. No queda otra alternativa que intuir que esta es la enésima repetición de la misma circunstancia pero con distintos ingredientes, además, tengo la certeza de que todavía habrán de acontecer mucha otras, esto me salva de caer en la desesperación que siempre trae cómo resultado la parálisis, no tengo ninguna intención de cambiar el mundo, pero si ocurre quiero haber participado en ello, prefiero la vigilia de la píldora roja al adormecimiento de la azul.
No deberíamos sucumbir al embotamiento que agarrota a la sociedad ante la observación de un paradigma político que parece haber dejado de ser funcional, desde nuestros pequeños foros podemos y debemos Reaccionar, cómo ya han promulgado algunos. Osemos a lanzarnos al vacío con mínimas propuestas por muy exiguas que puedan parecernos, otros podrán corregirnos si erramos, yo creo profundamente en el poder de la masa y en su inteligencia colectiva. Me gustaría recordar este artículo cómo mi primera proposición turbutópica, espero poder llegar a diez, al igual que me costó poco formular el mismo número de motivos para justificar el cabreo.
La agricultura y ganadería trajeron el sedentarismo, el comercio y la imprenta hicieron inviable el feudalismo, la máquina de vapor, el motor de combustión interna, el teléfono protagonizaron revoluciones industriales que generaron movimientos sociales, sindicales e incluso nuevos modelos de estado que aún resultando fallidos dejaron poso. Son sólo algunos ejemplos de los avances que provocaron cambios drásticos en las formas de relacionarse, producir y organizar la sociedad.
La Democracia Directa sólo necesita dos cosas para ser viable, herramientas veloces y seguras de intercambio comunicacional e informativo que sean eficientes y una ciudadanía comprometida, no resignada y despojada de pereza que esté dispuesta a servirse de ellas para participar en la toma de decisiones, no debemos menospreciar nuestro valor participativo, en él reside la Democracia real.
La Revolución Tecnológica, en efecto, se ha producido y ha puesto el mundo patas arriba, pero... ¿Ha afectado a todo? No, una pequeña aldea de políticos de perfil bajo permanece inalterable al cambio y pretende que traguemos su visión estrecha sobre el mundo adornada con un panegírico demócrata  inspirado por turbios entes financieros cómo si fuera la única opción y después nada. No conviene que pensemos mucho, podríamos descubrir algún nuevo esquema organizativo más justo que otorgue o más bien devuelva al ciudadano, la representación y el poder legislativo que un día indeterminado le fueron usurpados.
No pretendo ejercer de Pericles post-moderno, pero hoy me atrevo a reivindicar mi fe en el ser humano y en su conciencia e inteligencia colectiva, sé que es reiterativo pero nuestra sociedad sí está en condiciones de asumir la responsabilidad que se le otorgue porque tiene el grado de madurez suficiente, nuestras carencias individuales las suplen las aptitudes de los demás y viceversa, lo ilógico es pensar que escasamente cien mil individuos pueden regir un planeta de siete mil millones. Es que lo hacen muy mal y olvidan sin excepción que la confianza depositada para representarnos no es un cheque en blanco, la otra opción es seguir votando lo menos malo:
Forges - Diario El País
¿Cuál es pues el primer planteamiento? Conseguir recuperar el control absoluto de la soberanía, hagamos que esta antigua idea filosófica abandone el mundo de las utopías para abordar al mundo de las realidades. ¿Cómo? Primero debemos clausurar las costosas instituciones obsolescentes y pertenecientes a otras épocas, en nuestro minúsculo caso particular, quizás extrapolable a otros, me refiero al Senado, a las diputaciones provinciales y añadiría que debiéramos establecer conjuntos poblacionales de un mínimo de 25.000 personas con el objeto de paliar la excesiva carga municipal de nuestro país, de esta manera reduciríamos el número de regidores y administraciones a un 20% de lo actual, es decir de casi 10.000 alcaldes a unos 2.000. No hablo de las comunidades porque creo que el sistema autonómico descentralizado del que nos dotamos hace casi 35 años ha sido importante para nuestro desarrollo y aún es joven, lo que hay que erradicar son las herencias estructurales propias de usos y costumbres primitivos.
En segundo lugar habría que establecer una asamblea popular de control permanente al gobierno, cómo he dicho, pienso que hoy disponemos de herramientas suficientes cómo para recabar el criterio del conjunto de la ciudadanía sin ralentizar en absoluto el engranaje legislativo y ejecutivo, a ver si alguien se atreve a insinuar que el e-voto no es seguro en una época de bancos sin sucursales, en que declaramos a hacienda a distancia y disponemos de DNI eletrónico. Hablo de una organización en tres niveles interdependientes, adoptando una estructura piramidal inversa diremos que en la base está el gobierno elegido, en el siguiente escalón estaría la asamblea representativa compuesta por 480 ciudadanos (uno por cada 100.000) elegidos por sorteo oficial y en la cúspide por supuesto estamos todos para controlar y asesorar a la asamblea que no debe hacer nada salvo representar la voluntad popular que gracias a las nuevas tecnologías podemos expresar eficazmente. La asamblea popular colectiva, debe vigilar y aprobar cada decisión tomada en la Cámara Alta, un buen sitio dónde acogerla sería por cierto el antiguo  edificio de la Cámara baja. 
Por último, estaría el manido asunto de las listas abiertas, lo he dejado para el final porque no ahondaré mucho en ello a pesar de defenderlo. Los grupos políticos - insisto en que no me gusta llamarles partidos, hay que aunar, no dividir - seguirán siendo importantes para cobijar e identificar una serie de valores e ideas bajo un mismo paraguas pero deberán respetar que los ciudadanos puedan decidir si votan una lista entera o no y si respetan el orden de preferencia sugerido o no. Es de pura lógica, cuatro años son muy largos y nadie debería tomar una decisión tan seria con la nariz tapada, y a los políticos que tanto pavor les causa este debate les diría que legitima su posición porque estará de verdad basada en la voluntad popular y no habrá discusión posible a este respecto. Añado para finalizar el presente ladrillo disertativo que desde mi punto de vista, este sistema semi-directo haría completamente inútil el uso de la Ley D'Hont para la distribución de escaños ya que nuestro lugar de origen estaría virtualmente representado en la Asamblea que también sería el mejor instrumento de control de la independencia judicial, últimamente a muchos les preocupa este tema, pues tengamos valor para decidir nosotros mismos, todos. Me han contado que al otro lado del atlántico,  algunos magistrados y fiscales se someten a elección popular, no sé si será una leyenda...
En una ocasión escribí un post titulado Todo sigue e-gualsemejante cabecera sirve perfectamente para ilustrar lo que desde mi punto de vista ocurre en nuestro ordenamiento social y político. Dentro de dos semanas acudiremos físicamente a renovar o cambiar cargos en comunidades autónomas y ayuntamientos, si hace buen tiempo la participación será un desastre, pero si llueve temo deseo una hecatombe. Indirectamente, esto también variará la composición de las inservibles, arcaicas y caras diputaciones provinciales dirigidas por mafiosos de medio pelo con gafas oscuras, por no hablar de las modificaciones que se apreciarán en ese devaluado Senado que desde la Plaza de la Marina Española navega por las aguas del ostracismo y la nimiedad, es un arca de dinosaurios que contribuye a dilapidar un poco más las arcas públicas.
Es curioso observar cómo todos han comenzado ya a derrochar recursos en cartelería de todo tipo, reparto de propaganda, cientos de miles de cartas postales enviadas, spots televisivos o eventos más o menos multitudinarios, gastarán unos 60 millones de Euros en campaña que bien se podrían dedicar a otros fines. Cada papeleta tiene un coste promocional de dos euros y nadie nos consulta si nos interesa asistir a un espectáculo estéticamente vergonzoso y éticamente indecoroso.
La pregunta no es si algo parecido a esto sucederá, si no cuándo lo hará, mientras tanto, ya que ellos ríen, seguros de la ingenuidad del pueblo, riamos nosotros un rato con un tal Marx que siempre tuvo la lucidez de denunciar con humor la idiosincrasia del poder.



Es sin duda mucho más sencillo reconstruir la Acrópolis de Atenas hasta devolverla a su estado original que refundir por completo los cimientos de nuestra Democracia, pero eso no significa que no haya que intentarlo. Además, en el Partenón la grieta es bella pero en nuestro sistema bicameral aterra.

PD: @aserto1 , espero haber respondido a tu pregunta y que nos ayudes a desarrollar está nueva realidad anteriormente utópica.

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