Raro

Tan raro como Groenlandia sin glaciares
Escribir puede servir para equilibrar, criticar, elogiar, soñar, evacuar o incluso malgastar el poco tiempo libre que nos queda si no nos dedicamos profesionalmente a ello. Este último caso es el único verdaderamente pernicioso y es el que durante un tiempo invadió mi solitario y caótico proceso de reflexión creativa convirtiendo un acto sincero, libre y automático en un camino angosto y embarrado que no dirigía hacia ningún lugar.

Podría achacar la mediocridad efímera de los soliloquios que perpetré a comienzos de año a la excesiva carga alcohólica del periodo navideño y posteriores festejos eneriles - ¿Por qué a todos les da por celebrar sus cumpleaños en un mes que debiera estar destinado a la introspección monástica?-. Podría también culpar de semejante tedio a la empalagosa sobredosis de compromiso político que colonizó mi vida desde aquella  primavera de 2011 que difuminó mi escala de valores e intereses hasta no parecer más que un resto de tiza en una pizarra borrada al igual que los inútiles procesos electorales posteriores difuminaron cualquier halo de esperanza revolucionaria. Podría esgrimir muchas falsas imputaciones pero lo único cierto es que algún misterioso evento provocó que comenzase a escribir lo que sospechaba podía interesar y durante un tiempo dejé de expresar lo que mi anárquico y turbio ánimo necesitaba expeler. Me dí cuenta un día al premeditar y comunicar sin pudor el contenido de un artículo semanal, el resultado fue algo que no pude publicar y auto-censuré sin piedad porque si no me encuentro yo en lo escrito no puedo pretender que nadie lo haga.

 Hoy todo ha cambiado pero me encuentro raro, siento la obligación moral de preocuparme pero son ya tantos frentes que temo dispersarme y no llegar a profundizar en ninguno de ellos. Raro por saber que la crisis no se terminaba en 2010 ni en 2011 ni mucho en menos en 2012, que todos los políticos, "analistólogos" y sabios en general que lo vaticinaban son una panda de necios cuya formación económica no es muy superior a la nuestra por muchas perogrulladas que escriban o cargos regalados que ostenten. Tanto monta, monta tanto Rato como Salgado, del falso milagro económico a los brotes verdes inexistentes, verdes de vergüenza estamos, tan verdes como el logo del funesto banco.

Raro por descubrir que la crisis no es mundial, o si no ¿por qué China, Brasil o Angola comienzan ya a blindar sus fronteras para protegerse de la emigración europea? Aquí lo que hay es una guerra fría post-moderna en la que un país con una moneda centenaria en decadencia necesitaba hundir la joven moneda de un continente decadente. Aquí lo que hay es una una lucha entre la revolución tecnológica que nos quiere llevar al futuro y el empeño de algunos en perpetuar el pasado con sus sistemas políticos obsoletos. Aquí lo que hay es un fraude burlesco masivo trufado de auto-engaño individual constante.

Raro por no sentir afección por ningún grupo político concreto mientras observo como algunos parecen seguir empeñados en idolatrar a los personajes políticos de sus amores como si de estrellas del Rock se tratasen. Las filias por supuesto van por barrios y las fobias también pero los razonamientos y argumentos del absurdo son idénticos. Unos viven ensimismados con el discurso demagógico de un líder regional, otros lloraron porque nuestros vecinos retiraron a un presidente con tintes napoleónicos, otros, aquí, siguen añorando al anterior o al anterior del anterior y unos pocos depositan sus esperanzas en mini-líderes despechados que no se sabe si van o vienen.

Raro por ver como Groenlandia se funde en cuatro días y al mundo le importa un rábano, raro por volver a leer por enésima vez como una mujer violada en Afganistán necesita protección jurídica internacional para librarse de una muerte segura, raro por ser cómplices de una guerra civil en Siria cuando nosotros mismos, hace no tanto tiempo fuimos también abandonados a nuestra suerte, raro porque uno de los mayores patrocinadores de las olimpiadas sea heredero quien acabó con la vida de miles de personas hace casi 30 años en Bhopal. Raro porque me consta que muchos jóvenes desempleados que no saben nada de deshielos, afganas, dictadores, primas o riesgos siguen dedicando más tiempo y entusiasmo a participar en castings para follar en directo o insultarse en un plató que a dotarse de las herramientas necesarias para redirigir sus vidas.

Raro en definitiva porque cada día se infringe un derecho de los declarados en el 48, porque en navidad no hubo espíritu navideño y en verano no lo hay estival, porque esta maldita crisis creada se ha llevado la ética, los valores y hasta las estaciones. Raro porque me dejé la inocencia por el camino y parece que ahora solo nos queda la fe, la fe que muestran los mercados al escuchar la palabra del señor:
"Se hará lo necesario y eso será suficiente"
Bendita resurrección mercantil. ¡Milagro del señor! (Del Sr. Draghi, claro).

¡Qué tiempo más loco! (Y no lo digo por la tormenta de una noche de verano que hizo que nos mojáramos y riéramos demostrándonos que necesitamos bien poco para ser felices, eso parece normal, aunque puede que también sea raro).


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